Monzón repartirá miles de pesetas estadillanas


Los próximos días 1 y 2 de septiembre se repartirán miles de pesetas  estadillanas. Vuelve lo retro, setenta y cinco años después, quizá sea para practicar por si Merkel nos manda a freír espárragos del euro, a los griegos ya se lo han dejado caer, y,  ya lo dice el dicho popular, cuando veas las barbas de tu vecino…
 El primer fin de semana de septiembre se celebrará en Monzón la IX edición de la feria Replega sobre coleccionismo en general. La entrada es gratuita y a todos los asistentes se les obsequiará con un calendario de bolsillo del año 2013. Lo curioso es que la imagen del calendario es un billete emitido en Estadilla durante la Guerra Civil.



 Estos billetes, según Antoni Turró, se emitieron en el segundo trimestre del año 1937 por el Consejo Municipal. Eran billetes de curso legal a nivel local, con un valor de 1 y 0,5 pesetas. La tirada total ascendió a 3000 pesetas.
La falta de papel moneda con más valores divisionarios que facilitara las transacciones provocó que, y ante los problemas internos del Consejo Municipal, la Colectividad emitiera billetes de 10 y 5 céntimos el 15 de septiembre de 1937, por un importe total de 500 pesetas.


Lo primero que sorprende es ver el nombre de tu pueblo escrito en un billete, pero inmediatamente después lo que más curiosidad despierta son esas dos firmas, esos dos nombres: A. Lleyda y Juan Beltral.
Enseguida te asaltan varias preguntas ¿Quiénes eran? ¿Qué fue de ellos?  Poco sabemos del primero, Antonio Lleyda Santisteve, labrador de 31 años y afiliado a la UGT, vivía en la calle La Iglesia y se hizo cargo del Consejo en unos momentos muy complicados.
Con el segundo, Juan Beltrán Muzás, fuimos un poco más obsesivos, habíamos visto docenas de veces su firma en las actas que se conservan en el archivo municipal.
Juan Beltrán Muzás nació en Naval en 1892, residía con su mujer y sus dos hijos en Estadilla y era el secretario del consistorio desde mucho antes del estadillo de la guerra. Era aficionado a la lectura y dedicaba su tiempo libre a escribir pequeñas obras de teatro, especialmente dramas de carácter social, el 11 de marzo de 1936 escribió desde el ayuntamiento al director del Heraldo de Madrid, le solicitaba ayuda, la dirección de alguna persona instruida que pudiera valorar la calidad de sus obras.
El estallido de la guerra rompió la vida apacible de la localidad. El poder municipal se tambaleaba, hubo una fuerte pugna entre el Ayuntamiento y el Comité Revolucionario, finalmente estos últimos ganaron el pulso. Beltrán redactó su última acta como secretario el 29 de octubre de 1936, ya no la llegó a firmar, tampoco el alcalde ni los concejales, el consistorio se disolvió.
Posteriormente,  desde principios de 1937, el gobierno republicano obligó a formar los denominados Consejos Municipales, en Estadilla estuvo compuesto por nueve vecinos (7 UGT, 1 PC y 1 CNT), pero no utilizaron las dependencias consistoriales. El secretario del Consejo fue Juan Beltrán, lo que a la postre sería determinante para su destino.

Carta de Juan Beltrán aparecida en Nuevo Aragón el 7/4/37, diario publicado en Caspe. Colonia escolar de Estadilla (Enlace)

  En septiembre de de 1937 la 28ª División Republicana pasó a formar parte del ejército de maniobras, para descansar y reorganizarse se instaló en la ribera del Cinca, una de sus brigadas se repartió entre Estada, Estadilla, Fonz, Peralta de la Sal y Cofita. Germán Riera Condal, que fue comandante de la 125ª Brigada Mixta, nos relata en su libro su convivencia con Beltrán y su familia:

En Estadilla me alojé en casa del Secretario del Pueblo, Juan Beltrán, hombre muy serio que vivía con su esposa, también muy seria, y sus dos hijos, varones, de unos 16 y 14 años, estudiantes.
Todos se portaron muy amables conmigo. Nunca me atreví a sonsacarles en cuanto a sus ideas políticas –aunque por el hecho de que no se franqueara conmigo me inducía a pensar que no bailábamos sobre la misma cuerda- : en el pueblo se les consideraba muy moderados.
En la casa de esta excelente familia desayunaba, cenaba y dormía. Pues al mediodía almorzaba con mis compañeros en un restaurante de Monzón.
A la señor le traía yo de comer para toda la semana, en abundancia, con miras a no ser gravoso y compensarles de las molestias que, sin querer, le pudiera ocasionar. El dormitorio que me adjudicaron era espacioso, con una sala adjunta, también exclusivamente para mí, en donde lucía un espléndido lavabo, en el que todos los días encontraba el jarro lleno de agua y la toalla limpia: vida normal, paradisíaca, que me parecía otra vida - ¡y lo era, claro!-, que contrastaba con aquella del dormir vestido y encorvado tantas y tantas horas en las trincheras, ¡y que no lloviera! Una vez más quedé agradecido al Sr. Beltrán, al apacible secretario que, por cierto, a poco de abandonar las tropas republicanas aquellos parajes, sería vilmente asesinado, gracias a las falsas delaciones de una adúltera cuyos pecados se sabía, por casualidad inevitable, su víctima.

El ejército republicano no defendió Barbastro y se replegó directamente a sus posiciones del río Cinca, voló los puentes y abrió la compuerta del pantano de Barasona. Era el 29 de marzo de 1938, poco pudo hacer la 31ª División republicana ante el avance de los requetés. Al día siguiente, los soldados del Tercio Oriamendi entraron en Estadilla. 
  El 22 de abril de 1938 estando presente el Teniente Coronel Emilio Molina y ejerciendo como secretario el Sargento de la Guardia Civil José Ferrer se designó, de forma arbitraria, un nuevo consistorio afín a la Causa Nacional.
A Juan Beltrán lo detuvieron y lo trasladaron a Monzón. El Cuerpo de Ejército de Navarra lo llevó ante un Consejo de Guerra, sumarísimo de urgencia Nº 5, y lo juzgó por adhesión a la rebelión. Beltrán fue condenado a muerte y fusilado el 13 de mayo de 1938 a las seis de la mañana en la capital del Cinca Medio.
Pero al parecer no era suficiente, en febrero de 1939 la Audiencia Provincial de Huesca le abrió un proceso por responsabilidades políticas que fue sobreseído en 1943 al determinarse la insolvencia del encartado, que llevaba casi cinco años muerto.
  Si este fin de semana van a la feria de Monzón les darán un calendario -un billete estadillano-, con dos firmas y dos nombres:  A. Lleyda y Juan Beltrán...pero ya no serán anónimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario