El papel
moneda de Estadilla, según Antoni Turró (1), se puso en circulación en el segundo trimestre del año 1937
por el Consejo Municipal. Eran billetes impresos sobre cartulina blanca por una
sola cara y a una sola tinta de color diferente para cada valor. Los cantidades
fueron de 1 y 0,5 pesetas, y el total emitido ascendió a 3.000 pesetas (2).
La falta
de papel moneda con más valores divisionarios que facilitaran las transacciones
conllevó que, y ante los problemas internos del Consejo Municipal, fuera la
Colectividad (3) quien
emitieran billetes de 10 y 5 céntimo el 15 de septiembre de 1937 por un importe
total de 500 pesetas.
Estos
billetes también estaban impresos a una sola cara y a una sola tinta. El billete
de 10 céntimos es un pequeño cartón en el que no figura ningún emblema ni
dibujo, tan solo se pueden identificar por el sello de la Colectividad. Los
billetes de 5 céntimos son más grandes y en papel, y al dorso figura la fecha
de emisión.
La validez
de este papel moneda finalizó el 30 de marzo de 1938 con la entrada de las
tropas de Franco en Estadilla.
Lo primero
que sorprende es ver el nombre de tu pueblo impreso en los billetes, pero
inmediatamente después lo que más curiosidad despierta son esas dos firmas,
esos dos nombres: A. Lleyda y Juan Beltral. Inmediatamente te asaltan varias
interrogantes: ¿quiénes eran y qué fue de ellos?.
Juan
Beltrán Muzás nació en Naval en 1892, residía con su mujer Dolores y sus dos
hijos, Roberto y Juan, en la Travesía Capitán y trabajaba como secretario en el
Ayuntamiento.
El
estallido bélico truncó la vida apacible de la localidad, hubo una fuerte pugna
entre el Ayuntamiento y el Comité Revolucionario por el poder municipal, finalmente
fue el Comité quien se hizo con las riendas del pueblo. Beltrán redactó su
última acta como secretario el 29 de octubre de 1936, ya no la llegó a firmar,
tampoco el alcalde ni los concejales, el consistorio se disolvió.
Última
acta redactada por Juan Beltrán como secretario del Ayuntamiento
Continuó
su tarea de secretario para este nuevo organismo local que había absorbido las competencias
municipales.
Juan
Beltrán era un gran aficionado a la lectura y dedicaba su tiempo libre a
escribir pequeñas obras de teatro, especialmente dramas de carácter social. El
11 de marzo de 1936 escribió al director del Heraldo de Madrid, le solicitaba
ayuda, la posibilidad de remitir alguna de sus obras a una persona instruida
que pudiera valorar su calidad: «Las obras por mí escritas, son dramas de
carácter social, que leídas en ésta a mis amistades, y por los alientos por
ellas proporcionados, me han hecho concebir una ilusión, que por otro lado
estoy seguro no soy merecedor, por las muchas faltas y defectos que seguramente
han de tener, y les ha de hacer carecer de todos valor…». Beltrán obtuvo
contestación, en el reverso de la carta manuscrito a lápiz aparece: «mande la obra a la que se refiere en su
carta». (4)
Tenemos
referencias de dos de sus obras, Justicia
Social y La portera de la fábrica,
la última se estrenó en el local de la Sociedad L´Aurora cosechando un gran
éxito. También en este mismo periodo ofreció varias conferencias y mítines. Muy
celebrada fue su intervención pública para conmemorar la victoria del Frente
Popular, el acto se llevo a término en los locales del sindicato agrícola. Por
desgracia, no se conserva ningún ejemplar de sus trabajos y escritos.
Tras la
sublevación militar de 1936 surgieron múltiples comités revolucionarios locales
por toda la zona leal a la República, organismos que se convirtieron en poderes
paralelos a los ayuntamientos. Los consejos municipales fueron la fórmula
planteada por el Gobierno de Largo Caballero para reorganizar el poder local a
partir de 1937.
Tras la
disolución del Ayuntamiento de Estadilla el poder local quedó en manos del
Comité, que tras diferentes conflictos internos quedó muy debilitado, pasando
la responsabilidad a lo que se denominó el segundo Comité o Gestora Municipal,
hasta que finalmente se constituyó el primer Consejo Municipal, que se ubicó en
la conocida como casa Sangenís, que había sido ocupada anteriormente.
Poco
tiempo después fue renovado, pasando a ser presidido por Antonio Lleyda Santisteve,
labrador de 31 años afiliado a la UGT y con residencia en la Calle de la Iglesia.
Este Consejo fue el encargado de emitir el papel moneda local.
Concejo
Municipal que presidió Antonio Lleyda (5)
Carta de Juan Beltrán publicada en Nuevo Aragón el 14/4/37 (6)
Ese mismo
año se creó la Colonia Escolar de Estadilla para acoger niños refugiados del
frente. Se ubicó en la vivienda del Barón de la Menglana y albergó a niños
principalmente de Gavín y Yésero, y estuvo en funcionamiento hasta marzo de
1938.
Beltrán
publicó un artículo de bienvenida a la Colonia en el Diario Nuevo Aragón el 14
de abril de 1937. Artículo que nos ha parecido interesante reproducir: «De las emociones grandes sentidas en esta
villa, será seguramente una de ellas la llegada de la Colonia escolar a esta
localidad.
La pluma tiembla de
emoción y a la vez de coraje al escribir estas mal trazadas cuartillas, donde
no podré expresar en toda su magnitud el cariño y altruismo demostrados por el
vecindario en general a estos pequeñuelos.
Los horrores de la
guerra provocada por los enemigos de la clase trabajadora han dado a comprender
y sentir más cerca la tragedia de los muchos hogares destruidos en su instinto
criminal, dejando a unos seres privados de poder expresar aquellas palabras tan
dulces, llamado: ¡Padre! ¡Madre!, porque la grandeza de la estas palabras no
puede comprenderse en todo su valor más que cuando se han perdido.
Con ansia se esperó su
llegada unas cuantas horas, debido al retraso que indispensablemente tiene que
haber en recorrido de tantos kilómetros y con carga tan preciada.
Pero ello no fue
obstáculo para que el vecindario permaneciera en su puesto con entusiasmo,
aumentando considerablemente al divisar la llegada del autobús, y vitoreando a
la Colonia escolar que el Consejo de Aragón, con su destino, han honrado a
Estadilla.
Todos los pequeños, al
ver a sus hermanitos que se apretujaban por acariciarles, a la vez que todos
los puños se crisparon en alto como saludo y promesa de vengar su desgracia,
mientras en los ojos de ancianos y mujeres asomaba una lágrima, al contemplar
aquel cuadro de tiernas criaturas, donde el fascismo cruel, siguiendo su
táctica de clavar sus garras en víctimas inocentes, lo hacía con éstas en los
primeros años de su vida.
El Consejo, que desde
el primer momento ha procurado facilitar cuanto estaba a su alcance, obsequió
con caramelos a los recién llegados y a todos los niños de la villa.
Seguidamente fueron
trasladados al edificio donde tienen su alojamiento, sirviéndose la comida al
efecto preparada, atendidos por todos los consejeros y maestros de la Colonia,
debiendo destacar a la simpática y bella maestra Pepita Facerías, que con sus
caricias y sin descanso atendió a sus pequeños alumnos, prodigándoles sus
cariño; como así todo el personal auxiliar, que puso su esmero y servicio a la
querida Colonia llegada.
La nobleza aragonesa
expresó su sentir generoso, contribuyendo con los medios de que disponía, lo
mismo individual que colectivamente, no regateando su ayuda para preparar el
alojamiento, como haciendo entrega de sus donativos.
Así se hace labor de
retaguardia y se contribuye a la victoria, y para aquellos reacios que se
imaginan la guerra como el leer una novela, pensad que sería de vosotros si el
fascismo posara sus plantas en esta tierra.
Y vosotras, mujeres
estadillanas, dedicad caca día sólo unos segundos, como lo habéis hecho a la
llegada de la Colonia, reteniendo en vuestra imaginación lo que sería de esos
hijitos que tanto queréis, si se vieran como éstos o los que han tenido que
llevar a otra ciudades o pueblos; unos
sin padres, otras sin hogar en tan tierna edad; no es verdad que diríais:
¿quién se acordará de ellos?
Ya sé no hace falta mi
estímulo para que cumpláis todos con el deber que nos impone a cada uno el
poner todo nuestro esfuerzo y voluntad en aplastar al fascismo, para que sea
bastante con el espejo donde ahora nos miramos contemplando esta tragedia; pero
si siempre que haya necesidad u ocasión, prodiguéis aquel cariño que sólo
vosotras sois capaces, llenando el hueco y curando la herida sangrante que en
sus corazones tiernos abrió el cruel fascismo sanguinarios, con vuestro amor.
Y no digo sólo a las
mujeres sino a todos los estadillanos:
que estas tiernas criaturas, a la vez que todo, absolutamente todos,
prodiguemos nuestras caricias y ayudas, para que su estancia les sea
completamente grata entre nosotros, sirvan de estimulante para aumentar nuestra
indisoluble unidad proletaria y decisión inquebrantable de no ceder, sellando
con nuestra sangre, si es preciso, el triunfo de los trabajadores».
El 28
de septiembre de 1937 la 28 División republicana pasó a la retaguardia para
reorganizarse, estableciéndose en diferentes municipios de la ribera del Cinca.
Sus tropas estaban dispersas por los pueblos y en Estadilla se instalaron uno o
dos batallones de la
125 Brigada Mixta.
Uno de
los comandantes, Germán Riera
Condal, nos relata en su libro su estancia en
nuestra localidad (7): «En
Estadilla me alojé en casa del secretario de pueblo, Juan Beltrán, hombre muy
serio que vivía con su esposa, también muy seria, y sus dos hijos, varones, de unos
16 años y 14 años, estudiantes.
Todos se portaron muy amables
conmigo. Nunca me atreví a sonsacarles en cuanto a sus ideas políticas –aunque
por el hecho de que no se franqueara conmigo me inducía a pensar que no
bailábamos sobre la misma cuerda-: en el pueblo se les consideraba muy
moderados.
En casa de esta excelente
familia desayunaba, cenaba y dormía. Pues al mediodía almorzaba con mis
compañeros en un restaurante de Monzón. A la señora le traía yo de comer para
toda la semana, en abundancia, con miras a no ser gravoso y compensarles de las
molestias que, sin querer, les pudiera ocasionar. El dormitorio que me
adjudicaron era espacioso, con una sala adjunta, también exclusivamente para
mí, en donde lucía un espléndido lavabo, en
el que todos los días encontraba el jarro lleno de agua y la toalla
limpia: vida normal, paradisíaca, que me parecía otra vida - ¡y lo era, claro¡
-, que contrastaba con aquella del dormir vestido y encorvado tantas y tantas
horas en las trincheras, ¡ y que no lloviera ¡ Una vez más quedé agradecido
al Sr. Beltrán, al apacible secretario
que, por cierto, al poco de abandonar las tropas republicanas aquellos parajes,
sería vilmente asesinado, gracias a las falsas delaciones de una adúltera cuyos
pecados se sabía, por casualidad inevitable, su víctima».
Soldados
republicanos de la 28 División. Calle Mayor. 1937. (8)
Las tropas
de Franco rompieron definitivamente el frente de Aragón y su avance resultaba
imparable. Los republicanos no defendieron Barbastro y se replegaron a sus
fortificaciones del Cinca. Volaron los puentes y abrieron las compuertas del
Pantano de Barasona, era la tarde del 29 de marzo de 1938. Poco pudo hacer la 31 División republicana
ante el empuje de los requetés. Al día siguiente, los soldados del Tercio
Oriamendi entraron en Estadilla.
El 22 de
abril de 1938 estando presente el Teniente Coronel Emilio Molina y ejerciendo
como secretario accidental el Sargento de la Guardia Civil José Ferrer se
designó un nuevo consistorio afín al Movimiento Nacional.
Juan
Beltrán había sido detenido por la Guardia Civil dos días antes en Estadilla y
trasladado a Monzón, donde quedó a disposición del Cuerpo de Ejército de
Navarra. El 7 de mayo se celebró el Consejo de Guerra, sumarísimo de urgencia,
en el que se juzgó a Beltrán por adhesión a la rebelión, fue condenado a la
pena capital. No se le acusó de delitos de sangre, sino de realizar su trabajo
como escribiente: «aportó todo su esfuerzo personal a favor de los
rojos», como eficaz colaborador y asesor. A Juan Beltrán no le fue conmutada
la pena y finalmente fue ejecutado en la madrugada del 13 de
mayo de 1938 en la capital del Cinca Medio, donde fue enterrado en una fosa
común.
Evidentemente,
la condena fue totalmente desproporcionada, esto es debido a que el Consejo de
Guerra se celebró en un momento en el que el furor punitivo era máximo.
Pero al
parecer esto no era suficiente, y en febrero de 1939 la Audiencia Provincial de
Huesca le abrió un proceso por responsabilidades políticas que fue sobreseído
en 1943 al determinarse la insolvencia del encartado, llevaba casi cinco años
muerto (9).
A.Lleyda y
Juan Beltrán, unos billetes, dos firmas y dos nombres, que ya no serán
anónimos.
(1)
TURRÓ, Antoni,
1979. El paper moneda catalá a la franja
de ponent 1936-1939. El Llamp, Barcelona, pp. 82-84.
(2)
Las Fotografías
de los billetes han sido obtenidas gracias a Filatelia Sallán, Barcelona.
(3)
El estallido de
la guerra civil provocó una situación de suspensión del orden establecido que
permitió ensayar una reorganización de la vida pública. El proceso de
colectivización se puso en marcha en las zonas leales a la República. Consistió
en la puesta en marcha de una nueva organización socioeconómica basada en la
incautación y explotación colectiva de los medios de producción, entre los
cuales, la tierra fue el principal.
(4)
La carta está
depositada en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.
También conocemos, por otra carta fechada el 30 de diciembre de 1934, que
Beltrán estaba suscrito al Heraldo de Madrid «… preferimos ese periódico a cualquier otro, por su
liberalidad y republicanismo probado». El Heraldo de Madrid fue publicado entre
1890 y el 27 de marzo de 1939, de ideología liberal fue evolucionando hasta
situarse como republicanos de izquierdas durante la Segunda República.
(5)
Publicado en el
diario Nuevo Aragón. Hemeroteca del Centro Documental de la Memoria Histórica,
Salamanca. El Diario Nuevo Aragón fue el medio de comunicación del Consejo de
Defensa de Aragón. Se publicó en Caspe desde el 20 de enero de 1937 hasta el 11
de agosto del mismo año, fecha en las que las tropas de Enrique Líster entraron
en Caspe y asaltaron los talleres en los que se imprimía el periódico.
(6)
Para conocer más detalles
sobre la Colonia consultar Los niños del
frente de Enrique Satué Olivan.
(7)
RIERA CONDAL,
Germán, 1979. Habla un vencido.
Catalonia, Barcelona, pp. 80-81.
(8)
BADÍA BUIL,
Mariano, 2004. Así fuimos, así vivimos.
Ayto. Estadilla, Huesca, 544 pp.
(9)
Al menos 29 vecinos de Estadilla pasaron
por los Tribunales de Responsabilidades Políticas.
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